Prevención de la violencia con cohesion social, hacia un modelo integral de seguridad cuidadana

Fecha:

Discurso pronunciado por la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Michelle Bachelet, durante el seminario internacional “Prevención de la violencia con cohesión social, hacia un modelo integral de seguridad ciudadana, organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo el 8 noviembre de 2011.

[Cotejar con el texto pronunciado]

Señoras y señores,

La verdad es que tendría que comenzar diciendo que siempre queda mucho por hacer en el tema de seguridad ciudadana. Todos quisiéramos que se pudiera hacer una intervención única y con eso resolver el problema. Y la mala noticia es que no existen atajos, no existen caminos cortos. Es un tema de tal complejidad que requiere de políticas integrales, que resuelvan adecuadamente esta relación entre seguridad y desarrollo, estas necesidades de ejercer la ley en su pleno derecho, pero a la vez asegurar las posibilidades y los derechos de la gente.

Comienzo entonces agradeciendo al Banco Interamericano de Desarrrollo la gentileza de haberme invitado a participar de este espacio de discusión y aprendizaje con organismos como el Diálogo Interamericano, autoridades del gobierno de Uruguay y también con gobiernos amigos, sobre un tema que es de la mayor trascendencia en la vida de las personas. La seguridad ciudadana puede ser una tremenda lacra en el sentido de imposibilitar a las personas el uso efectivo de sus derechos.

Sabemos que la seguridad ciudadana y la gestión de los gobiernos para enfrentarla desde las múltiples perspectivas, requiere una amplia comprensión de su compleja causalidad y también buscar respuestas a las necesidades de la diversidad humana expresada en los entornos urbanos.

Y si bien hay elementos universales que uno puede compartir, también requiere un abordaje completamente local, y cuando digo local no me refiero sólo a nacional: incluso a nivel más pequeño de un barrio determinado donde uno ve cuáles son los elementos concretos de riesgo, que cambian de un lugar a otro.

Esta no es sólo la tarea del Ministerio del Interior, ésta es la tarea del gobierno, de la intendencia, de la sociedad civil y de cómo se organiza para analizar cuáles son sus factores de inseguridad mayores y cómo responder ante el diagnóstico de intervenciones que puedan ser más útiles.

Comparto con muchos de ustedes lo alarmante del incremento de la tasa de homicidios por cada cien mil habitantes en más de 21% en la última década. En países como Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras o Venezuela, la tasa supera los 25 homicidios por cien mil, y en algunos casos supera los 40. Sabemos también que hay regiones o barrios, al interior de los países, donde la situación es más grave aún, porque el poder del crimen organizado es un factor fundamental que restringe la libertad de las personas.

Por ejemplo, durante mi gobierno identificamos que los niños que cometían delitos y tenían 10, 11 o 12 años provenían de 35 barrios muy identificados, con buenas intervenciones integrales se podría obtener una respuesta fundamental para prevenir la violencia que esos niños habían sufrido durante su infancia y que generaba un aprendizaje social que termina finalmente con ellos incluidos en las redes de la delincuencia. Hicimos un programa que a mi me gustaba mucho, las Escuelas Preventivas de Fútbol, cuyo objetivo era generar en niños y familias una actividad interesante, atractiva, donde las energías se consuman pero además donde se generan principios importantes como trabajo de equipo, desarrollo de jerarquías. Tuvimos resultados extraordinarios, abrimos el programa con niñitos y después tuvimos que integrar a niñitas porque nos pidieron ser parte de este proceso.

Los altos niveles de criminalidad y violencia generan riesgos para la gobernabilidad democrática y para la vigencia del Estado de Derecho, disminuye la confianza de las personas en el gobierno, en sus autoridades, incluso hacia el parlamento, la policía y el sistema judicial. Y cuando nosotros miramos, justamente lo que pasa en muchos países de la región, vemos este proceso, que debilita las democracias, debilita la capacidad de las instituciones de poder responder a dilemas como estos. Y cunde el miedo y la desconfianza en el otro.

El reciente informe sobre las percepciones de los ciudadanos y ciudadanas de 18 países de América Latina, conocido como Latino-Barómetro, nos señala que el principal problema que las personas mencionan es la delincuencia y el tema de la seguridad. Y lamentablemente no es baladí, no es una cosa que a la gente se le ocurre porque sí, porque tenemos algunos indicadores que confirman este temor: la probabilidad de que un joven de América Latina sea víctima de un homicidio es 30 veces mayor que la de un joven de Europa y 70 veces superior a la de los jóvenes de países como Grecia, Hungría, Inglaterra, Austria, Japón o Irlanda.

Es verdad que gran parte de la responsabilidad reposa en redes del crimen transnacional organizado, muchas veces con capacidad de acción mayor que algunos Estados.

Pero entonces la pregunta es ¿cómo enfrentamos este dilema? A mí me tocó vivirlo cuando fui candidata, porque ante el temor la gente busca mano dura. Y suena muy bien, cualquiera que se pare y diga: “yo tendré mano dura y haré lo que nadie más fue capaz de hacer va a sacar aplausos y votos, pero la verdad es que no va a resolver el problema. En nuestro país teníamos cárceles atestadas, con uno de los índices más altos de presos en el continente, y seguía existiendo delincuencia. Por lo tanto la pura mano dura, claramente es absolutamente insuficiente. Y por eso yo uso la frase que uso Tracy (Tracy Betts, representante del BID en Uruguay): “mano firme, pero mano inteligente. Ambos elementos tienen que ir necesariamente unidos.

Ustedes saben que soy médico, soy pediatra, y como tal les puedo decir que nadie nace delincuente: se hacen, por alguna razón de carácter social la persona llega a ser delincuente, y por eso la prevención tan importante.

Sería equivocado no establecer vínculos con graves situaciones de desigualdad ?no me mal entiendan, yo no creo que la pobreza sea igual a la delincuencia- sino que existen condicionamientos sociales que predeterminan con mayor posibilidad que alguien pueda caer en este tipo de conductas.

Por tanto, el modelo sólo de protección social no resuelve el problema como tampoco lo hace el modelo de mayor represión; uno tiene que avanzar en nuevos sistemas de justicia, en mejores policías, evitar impunidades, generar todas las medidas acorde al Estado de Derecho que corresponde. Pero además generar todas las condiciones de igualdad de oportunidades, igualdad de derechos.

Una significativa porción de las poblaciones de nuestra región están afectadas de profundas carencias. Y algunos sistemas democráticos no son tan representativos y no producen el nivel de cohesión social que deberían, lo que se refleja en debilidades expresadas en el desinterés y en la falta de credibilidad de sectores importantes de la población, sobre todo de jóvenes, quienes ven sus horizontes de oportunidades disminuidas.

Y muchas veces las respuestas de los estados han apuntado a mayor represión dándole la espalda a las personas, a las causas de sus comportamientos, a la falta de oportunidades y educación, incluso a sus derechos, es decir ahí donde la mano inteligente no ha ido de la mano de la mano firme.

Permítanme contarles una experiencia personal. Cuando era candidata y quería entender mejor las experiencias en esta materia fui a Nueva York, donde todo el mundo decía: “Tolerancia cero es lo mejor, y me entrevisté con el jefe de la policía y le pregunté por la tolerancia cero y él me dijo: “Qué tolerancia cero. ¡No! Nosotros tenemos más policías, tenemos un muy buen sistema de trabajo entre las policías y las comunidades. Y eso es lo que nos ha servido fundamentalmente.

Amigas y amigos,

La seguridad ciudadana, en tanto derecho humano y pre-condición del ejercicio de las libertades individuales, implica vivir libre de temores, de miedos. Es una condición necesaria para levantar las barreras que limitan la libertad de hombres y mujeres de participar en la educación, el trabajo, la vida económica y política, y no menos importante, en los espacios de esparcimiento y de convivencia social.

Las personas tienen percepción de inseguridades no solo en términos de delincuencia, sino también la inseguridad en términos de oportunidades. Hoy día estamos viviendo en el mundo una crisis económica y financiera importante, vemos que la incertidumbre es algo que pasa muy fuertemente por la vida de las personas, que se basa en ciertas cifras de criminalidad, pero también otra serie de carencias sistemáticas de bienestar (alimentación, educación y salud) y en algunas partes del mundo carencia de libertad de expresión y de pensamiento. Es una cadena de derechos humanos que no están plenamente desarrollados y que conforman la base de un temor social que se amplifica y extiende como una mancha de aceite gracias a los medios de comunicación y las redes sociales, frente a la limitada capacidad de respuesta de los estados, sean estos nacionales o locales.

América Latina se encuentra en un momento de gran oportunidad para consolidar y profundizar su democracia justamente porque uno de los éxitos de la democracia en América Latina es gente organizada, gente joven consciente de sus derechos y con alta capacidad de propuesta. Y el problema, a mi juicio, es que la democracia tiende a debilitarse en el imaginario colectivo cuando no es capaz de dar respuestas ante crisis económicas, sistemáticas carencias básicas y también cuando crece la inseguridad.

Por esto creo que es necesario aportar una mirada distinta a estos complejos problemas de naturaleza social. Y pese a que sé que ahí no está la receta, porque no hay receta para la seguridad ciudadana, quiero comentar con Uds. que hace poquito he liderado la comisión que ha presentado un informe sobre el piso básico de Protección Social con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y hay algunos aspectos que tienen mucho que ver con esto que estamos hablando.

Porque uno de los elementos centrales es cómo prevenimos y cómo actuamos cuando se produce el delito. Se han hecho innumerables programas orientados a disminuir la pobreza, hay que continuar con políticas que han resultado efectivas y que, a mi juicio, deben implementarse desde la más tierna infancia. El estado debe generar condiciones de equidad a niños y niñas de familias extremadamente distintas. Personalmente creo que los jardines infantiles y salas cuna son un elemento principal, puesto que los niños y niñas reciben ahí no sólo alimentación concreta y física, sino que alimentación en términos de valores, de principios, de cómo resolver problemas, de cómo enfrentar las frustraciones, la violencia, capacidad de toma de decisiones que les permita decir que no a la presión de los pares.

Y en aquí en Uruguay -con el programa “Uruguay Crece Contigo- se camina en esta dirección y esperamos que pueda seguir avanzando en esta materia.

Cuando hablamos de protección social hablamos de protección, pero también hablamos de empoderamiento. Porque los programas de protección social incluyen asegurar un nivel de servicio básicos para la comunidad y también la posibilidad de empoderar a través de capacitaciones. Favorecen el desarrollo de las habilidades de las personas y enfrenta, en forma efectiva, las limitaciones que bloquean su participación como actores de cambio en los diversos entornos económicos y sociales. Es una directa contribución al desarrollo de capital humano en el corto y largo plazo. Además, es un enorme estímulo a la actividad productiva.

La protección social ha ayudado a estabilizar la demanda agregada en tiempos de crisis y ha aumentado la resiliencia ante crisis económicas, contribuyendo a acelerar la recuperación y a fomentar opciones de desarrollo sostenible.

Por eso nosotros estamos empujando esta idea del piso de protección social que está sustentado en experiencias recientes de ampliación de protección, especialmente en países en vías de desarrollo.

Yo quisiera señalar que la protección social también tiene un componente de género, porque en todos los estudios importantes sobre vulnerabilidades sociales, las mujeres representan un número desproporcionado entre la población afectada por la pobreza. Por lo mismo, es esencial que se vea de qué manera esta política impacta a las mujeres, si tendrá un efecto negativo o positivo para sus vidas individuales y las de sus familias, con un impacto significativo en la productividad de toda la sociedad.

Es indudable que para muchas mujeres la falta de apoyo en las responsabilidades familiares favorece su participación en la economía informal porque les da flexibilidad, autonomía y la posibilidad de seguir atendiendo sus responsabilidades familiares. Los gobiernos y las autoridades debieran considerar estas implicancias en el diseño de sus políticas de inclusión social.

La seguridad es un tema de alto impacto para las personas, y lo digo porque provengo del mundo político, donde en el pasado creíamos que todo estaba vinculado a la pobreza, y que si se resolvía la pobreza la seguridad venía de la mano. Y hoy tenemos conciencia de que no basta con eso.

Y como les decía, es una de las amenazas más serias a la democracia y su abordaje encierra múltiples desafíos de naturaleza social, económica y cultural. Hay estudios y programas en diversos países que han incluido una mirada de género en las políticas públicas de seguridad ciudadana.

Ahí se analiza los impactos que la violencia tiene en particular sobre las mujeres y considerando el “ser mujer como un factor de riesgo ante ciertos tipos de violencia, como aquella que se denomina violencia doméstica, que se produce dentro de la familia o en las relaciones afectivas, los delitos sexuales, la trata de personas y esa violencia constante que corroe la libertad de circular libremente, sobre todo para las mujeres y las niñas en la región, en los espacios públicos y urbanos, cuya magnitud lamentablemente no está registrada ni aparece en los debates sobre seguridad.

Las cifras sobre la violencia contra las mujeres y las niñas siguen creciendo a nivel mundial. Según un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud, la prevalencia de la violencia física y/o sexual a manos de un compañero se ubica en la mayoría de las regiones entre un 30 y un 60 por ciento. Aquí en Uruguay, y según datos del Ministerio del Interior, en 2010 el 20% de los homicidios del país lo sufrieron las mujeres y, del total de mujeres asesinadas, el 85% lo fue por situaciones de violencia doméstica.

Las mujeres son las víctimas predominantes en las situaciones de violencia doméstica, delitos sexuales y amenazas. Estas manifestaciones tienen una gran incidencia en las muertes violentas, mayoritariamente en mujeres menores de 50 años. El 59% de las mujeres asesinadas lo fue por su “pareja o ex-pareja, el 27% por otros parientes y el 7% por “conocidos. Con estas cifras puede afirmarse que cada diez días una mujer es asesinada por violencia doméstica en el Uruguay.

Me consta que este país ha avanzado mucho en materia de prevención, protección y atención a las mujeres y niñas víctimas de violencia de género, pero es fundamental recuperar una mirada amplia de la seguridad ciudadana, sin caer en la tentación de abordajes parciales.

Otra materia urgente es acercar la justicia a las mujeres afectadas por diversas formas de marginación social, no sólo como mecanismo para la resolución de conflictos relacionados a la convivencia social, sino también para la restitución o adquisición de sus derechos patrimoniales, elemento sustancial para su empoderamiento. Son muy importantes las experiencias participativas con las comunidades ?mañana yo voy a ComunaMujer, con la intendencia?, escucharlas en sus propias voces lo que les afecta y, sobre todo, ofrecer flexibilidad para que las soluciones desde la política estatal sean respuesta a sus reales necesidades.

Es cierto que no es sencillo, que cuando se estructura una política de seguridad ciudadana se pueden integrar todos los distintos componentes que esto requeriría. No es sencillo, pero la verdad es que estas políticas tienen que ser lo más completas posibles para que podamos tener resultados positivos.

Amigos y Amigas

El desafío principal en nuestra región es la aceleración del desarrollo económico y social con una agenda sustantiva por la igualdad que provea las bases de una adecuada protección social a toda la población, pero sobre todo atienda a quienes quedaron en los márgenes del desarrollo. Y parte de nuestro desarrollo es el derecho a vivir en un país libre de violencia, de inseguridades y de crimen organizado.

Y se necesita de liderazgo nacional y local para enfrentar este desafío. Claridad y transparencia en los propósitos y voluntad política al más alto nivel.

Buscar y generar un diálogo social. Es fundamental elevar la participación activa de la sociedad, de los jueces, del sector privado, de hombres y mujeres, sobre todo en las comunidades donde las mujeres ejercen un protagonismo sustancial.

No quisiera dejar pasar la oportunidad de mencionar que los medios de comunicación ejercen un papel esencial y tienen que estar siempre incluidos como aliados centrales y como caja de resonancia de la percepción sobre la violencia, sus abordajes y efectos. Y esta es una vieja discusión, no se trata de no informar, la cuestión es informar con responsabilidad. No sembrar el miedo, porque el miedo no le ayuda a nadie.

La experiencia demuestra que un abordaje mediático adecuado tiene un tremendo impacto en la promoción de cambios en los patrones culturales, patrones que, basados en estereotipos sobre los papeles sociales, pueden reforzar la victimización de las mujeres.

Pensar en prevención de la violencia requiere poner la mirada en estrategias integrales que consideren el desarrollo del sistema de justicia, los valores democráticos ciudadanos, una legislación adecuada junto con la responsabilidad y el compromiso de todos los actores políticos y sociales, con la participación central de las mujeres.

Enfrentar la inseguridad, la violencia y el crimen es una tarea mancomunada, no es solo de la autoridad de turno y debiéramos acostumbrarnos además a no usarla como arma política. Es demasiado relevante para enfrentarla desde la mirada simplista de derrotar al adversario político. Nada más fácil que decir: “este gobierno no lo ha logrado, si ningún gobierno lo ha logrado y ningún gobierno lo va a lograr por sí solo. Muchas veces se ve utilizado este discurso como un arma política, pero yo creo que lo que sucede es que envía una mala señal, de que hay atajos, que hay caminos fáciles, y no hay camino fácil. Yo soy una convencida de que la gente quiere saber la verdad, conocer lo que se puede hacer, qué es lo que hay que desarrollar.

Es con este espíritu que me dirijo hoy a ustedes. Es el espíritu de construir, participar y colocar a disposición de los gobiernos y los países el gran cúmulo de conocimiento y experiencia adquirido por las mujeres del mundo y por ONU Mujeres, recordando que la seguridad para todas las personas es una de las mayores realizaciones del desarrollo humano.

Es fundamental que todos los Estados recuperen la función de proteger adecuadamente a sus poblaciones con capacidad de regulación, con sistemas de justicia cercanos y eficientes, con sistemas de alerta temprana, con fortaleza institucional para contener las manifestaciones de violencia individual y colectiva. En el caso de violencia contra las mujeres, con sistemas de atención y cuidado de las mujeres y niñas que han sido víctimas y que son sobrevivientes de la violencia. Pero, por encima de todo, se requiere de potentes sistemas de protección social y de contextos económicos favorables para dar oportunidades a todas las personas.

La mayoría de las personas no quieren que la ansiedad por la seguridad las termine encerrando entre guardias armados, con el sentimiento de desconfianza en el otro permanente, que excluye esa unidad básica de las comunidades.

Se necesitan nuevas políticas sociales funcionando como entornos protectores y esta responsabilidad es de los gobiernos y también de la comunidad internacional.

Somos muchos los que trabajamos en distintos niveles y en distintas responsabilidades alrededor del mundo para que podamos establecer condiciones de seguridad, de paz que pueda promover el desarrollo de la humanidad y que, por cierto, esto más que una promesa, esto pueda ser una realidad. Aunque no sea sencillo, porque las cosas estructurales no se resuelven de un día para otro, pero trabajando todos juntos lo vamos a lograr.

Muchas gracias.