Las primeras cooperativas de mujeres cambian las vidas y las tierras en el Alto Egipto

Una cooperativa ganadera en Luxor ha proporcionado empleos y condiciones de trabajo decentes a 26 mujeres, quienes obtienen un ingreso y son las principales tomadoras de decisiones sobre las tierras y la división del trabajo.

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Campos verdes salpicados de tomates rojos bordean la árida campiña cerca de la aldea de Al Tod, en la gobernación egipcia de Luxor (un municipio a unos 300 km de El Cairo, la capital). El sol brilla y el tibio viento agita los vestidos y los pañuelos de las mujeres que desbrozan los campos. Cerca de allí, los hombres vigilan el sistema de riego para asegurarse de que el agua llegue a todas las pequeñas raíces. Es un cambio inmenso con relación a hace un año, cuando la mayoría de esos mismos campos eran tierras áridas.

Veintiséis de estas mujeres eran miembros de la Asociación de Granjeros para el Desarrollo Agrícola de Al Tod, pero dado que las tierras eran propiedad de los hombres solamente, estos dominaban la toma de decisiones y no admitían las opiniones de las mujeres.

Hajja Zeinab, miembro de la cooperativa, trabaja alegremente en la preparación del alimento para ovejas y ganado, en la cooperativa de la aldea de Al Tod, en la gobernación de Luxor, Egipto. Fotografía: ONU Mujeres/Fatma Yassin

Tras años de penurias y marginación, las 26 mujeres se alejaron de la Asociación y formaron una cooperativa, lo que les permitió dedicarse a la ganadería en forma independiente y así tener una nueva fuente de ingresos. La cooperativa ha proporcionado empleos y condiciones de trabajo decentes a estas mujeres. Opera cerca de sus hogares, y las mujeres son accionistas y toman las decisiones sobre la división del trabajo o la compra de ganado.

“La gente solía resistir mi liderazgo en la asociación de granjeros o en cualquier otra institución”, dice Amal Abel Azis, una ingeniera de 33 años que ayudó a crear la cooperativa. Divorciada y con una licenciatura en Ingeniería Arquitectónica, ella ha debido superar muchos desafíos. “Decidí no escuchar lo que dicen los demás y centrarme en mis metas y en cómo alcanzarlas”.

El índice de pobreza en las gobernaciones del Alto Egipto es mucho más elevado que en el Bajo Egipto, pues las normas culturales, sociales y religiosas impiden a las mujeres de las zonas rurales aprovechar las oportunidades laborales fuera del hogar. También tienen desventajas por la discriminación de género en los salarios y las condiciones laborales. Según el Informe de Desarrollo Humano 2008 de Egipto, en el Alto Egipto se encuentran el 66 por ciento de las personas que viven en pobreza extrema, y casi el 95 por ciento de las aldeas más pobres.

Según el informe 2012 de la Oficina Central de Censos y Estadísticas de Egipto, las mujeres aparecen oficialmente como sólo el 23 por ciento de la mano de obra formal e inscrita. Pero dado que buena parte de su trabajo es informal, el Programa Mundial de Alimentos calcula que en realidad las mujeres representan más del 75 por ciento de la mano de obra agrícola en el Alto Egipto.

La nueva cooperativa de mujeres es parte del proyecto “Cadenas de valor hortícolas en beneficio de los pobres en el Alto Egipto” (Salasel), un programa conjunto para los ODM diseñado para mejorar la eficacia del sector hortícola y agrícola del Alto Egipto como parte de los esfuerzos para luchar contra la pobreza. El programa conjunto reúne a cuatro organizaciones de las Naciones Unidas —el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y ONU Mujeres— en asociación con el Ministerio de Industria y Comercio y el Ministerio de Inversión egipcios. Mediante la organización de actividades generadoras de ingresos, tiene el objetivo de mejorar la posición de  pequeños productores en los mercados de exportación y nacionales, y crear empleos decentes y seguros en la región para  hombres y  mujeres.

“A través de nuestro trabajo en esta cooperativa, cada mujer tendrá un ingreso mensual de por lo menos 300 a 400 dólares egipcios”, explica Amal. Como miembros de la asociación de granjeros, no tenían ningún ingreso mensual.

También se han establecido otras dos cooperativas en Beni Sueif, otra gobernación del Alto Egipto.

“Entre las prioridades de ONU Mujeres están el empoderar a las mujeres y abordar los desafíos negativos que todavía persisten”, explica Mohammad Naciri, representante nacional de ONU Mujeres en Egipto. “En un año, ONU Mujeres ha puesto en marcha tres cooperativas dirigidas por mujeres en el Alto Egipto, para propiciar la inclusión de las mujeres en la economía y fomentar la igualdad de género. Una de nuestras metas es promover el liderazgo de las mujeres en la economía y brindarles oportunidades auténticas para acceder a actividades generadoras de ingresos”.

La inauguración de la cooperativa tuvo lugar en la gobernación en junio de 2013, con la presencia de representantes de ONU Mujeres, el Programa Conjunto y la Fundación Misr El Kheir. ONU Mujeres y los miembros fundadores han colaborado estrechamente con la Fundación Misr El Kheir, proporcionando activos generadores de ingresos, tales como ganado, capacitación en el desarrollo empresarial y apoyo técnico,  como  capacitación en la cría y cuidado del ganado).

“Después de dirigir la cooperativa, me volví más ambiciosa e independiente”, afirma Amal en la ceremonia de inauguración. “Algún día seré la gobernadora de Luxor y tomaré decisiones para mejorar los ingresos y el bienestar de las personas”.