Avanzar los derechos de las mujeres, cambiar el mundo

Fecha:

Alocución de Michelle Bachelet sobre El factor XX: Avanzar los derechos de las mujeres. Cambiar el mundo. Fundación Ford, Nueva York 17 de noviembre de 2011.

[Cotejar con el texto pronunciado]

Gracias, Joan, es un enorme placer estar aquí. Quisiera agradecer a Amnesty International, a la Fundación de la Familia Embrey y a la Fundación Ford por organizar este evento.

Es estupendo celebrar el 50º aniversario de Amnesty International con ustedes poniendo el énfasis donde tiene que estar: en los derechos de las mujeres. En los últimos 50 años, las investigaciones de Amnesty, sus acciones para prevenir y poner fin a los serios abusos de los derechos humanos y sus exigencias de justicia han sido una fuente de inspiración y de esperanza para las mujeres y hombres, los niños y las niñas de todo el mundo. Como lo dice su divisa, “Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad.

Quizá nadie ilustre mejor estas sabias palabras que la líder que dirigió la escrupulosa redacción y adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ella se sobrepuso a obstáculos y diferencias culturales con determinación, inteligencia y gentileza, e impulsó el consenso a través de la diplomacia.

Quizá no tendríamos hoy la Declaración Universal de los Derechos Humanos como declaración internacional de derechos si no fuese por Eleanor Roosevelt.Una mujer. Su legado sigue siendo la estrella guía de la libertad y de la justicia en todo el mundo. Ella mostró cómo una mujer puede cambiar el mundo. Su energía, integridad y deseo de saber, su valor, generosidad, humildad y perseverancia hacen de ella un modelo para muchas generaciones venideras de mujeres y de hombres.

En la actualidad, el planeta que todos nosotros compartimos alberga a 7.000 millones de personas. En él vive la mayor generación de niñas y mujeres que haya nacido hasta la actualidad. Hay hoy más de 850 millones de niñas y mujeres jóvenes que tienen entre 10 y 24 años de edad.

Sin embargo, a pesar de estos enormes progresos que incluyen importantísimos avances científicos, la realidad para las mujeres sigue estando caracterizada por la desigualdad. Para demasiadas mujeres y niñas la realidad es la violencia física o el tráfico sexual, la falta de educación o de empleo, la poca representación en los niveles ejecutivos, la falta de acceso a la salud sexual y reproductiva y a la prevención y cuidados en relación con el VIH/SIDA, las violaciones a los derechos humanos básicos y la mala representación en la arena política. Las mujeres siguen siendo víctimas de todo tipo de discriminación y siguen existiendo las disparidades.

Nos toca, pues, a todos nosotros preguntarnos ¿qué clase de mundo heredarán nuestros hijos? ¿En qué clase de mundo nacerán sus hijos? ¿Cómo liderarán a la próxima generación? Yo creo que los temas que se discutirán hoy — el hacer avanzar la salud sexual y reproductiva y los derechos, el erradicar la violencia contra las mujeres y el incorporar las mujeres en la promoción de la paz y la seguridad — son fundamentales para nuestro futuro y para el bienestar de todos.

Se ve todavía con demasiada frecuencia que, en muchas partes del mundo, las mujeres no pueden tomar sus propias decisiones sobre sus cuerpos o sus vidas, y sus voces permanecen calladas o son silenciadas. Esta marginalización y exclusión nos hace mal a todos y enlentece el progreso en materia de paz y de justicia con el que estamos todos comprometidos.

Las estadísticas nos muestran lo lejos que estamos de la igualdad de género:

  • De los 1.300 millones de pobres que se estima hay en el mundo, más del 60 por ciento son mujeres.
  • De los 780 millones de analfabetos que se estima hay en el mundo, alrededor del 65 por ciento son mujeres.
  • Hasta seis de cada 10 mujeres son víctimas de violencia física y/o sexual en el transcurso de sus vidas.
  • Las mujeres trabajan los dos tercios de las horas laborales del mundo y producen la mitad de los alimentos del mundo y, sin embargo, sólo ganan el 10 por ciento de los ingresos del mundo y poseen menos del uno por ciento de las propiedades del mundo.
  • Sólo uno de cada cuatro funcionarios superiores o directores es una mujer.
  • Menos del 10 por ciento de los jefes de estado o de gobierno elegidos son mujeres. En promedio, las mujeres ocupan el 16 por ciento de los puestos ministeriales y el 19 por ciento de los escaños parlamentarios.

Como ven, señoras y señores, las mujeres no sólo representan la mitad de la población del mundo sino también un enorme potencial sin explotar del que pueden y deben beneficiarse sus comunidades, la sociedad y toda la nación.

Hasta ahora, 2011 ha sido un año difícil pero también un año histórico para las mujeres. Todos hemos visto las protestas en África del Norte y en el Medio Oriente, y el hecho de que el Premio Nobel de la Paz fuera otorgado a tres mujeres defensoras de la paz y la democracia. Si bien todo ello marca un adelanto y el siglo pasado ha visto una profunda transformación de los derechos legales de las mujeres, la mayoría de las leyes siguen existiendo sólo en el papel. Aún no se plasman en igualdad y justicia para muchas — demasiadas — mujeres.

Fue en este contexto que se creó ONU Mujeres. Quizá algunos de ustedes diga, que FINALMENTE se creó. Es un orgullo para mí ser su primera Directora Ejecutiva.

ONU Mujeres fue creada para cumplir la promesa de lograr los mismos derechos para los hombres y las mujeres que consagran la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de Derechos Humanos, y la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer.

Es esta Convención la que guía nuestro trabajo en ONU Mujeres, y todo nuestro trabajo tiene que estar dirigido a apoyar a los países a cumplir con sus obligaciones relativas a esta Convención. Para lograr progresar aún más, es necesario volver a examinar los marcos jurídicos para que estén en conformidad con los requisitos de la Convención, aumentar las capacidades de los gobiernos y de la sociedad civil de cumplir con la Convención, y aumentar la conciencia de los gobiernos, el poder judicial, la sociedad civil y las comunidades sobre los derechos humanos de las mujeres establecidos por la Convención.

Nosotros necesitamos socios fuertes en todo el mundo. Es el único modo de hacer avanzar la autonomía económica, la participación política y el liderazgo de las mujeres, de erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas, de hacer de la igualdad de género una prioridad en los planes y presupuestos nacionales, y de garantizar que las mujeres gocen de una participación plena en el establecimiento y la consolidación de la paz, en la recuperación y en la reconstrucción.

Queda claro que un mundo pacífico y justo fundado sobre la dignidad y el respeto de cada ser humano no puede lograrse si el 50 por ciento de la población está excluido. En el siglo XXI tenemos que luchar, más que nunca, por conseguir la participación y la inclusión de todos.

¿Qué nos impulsa a seguir luchando? El saber que la igualdad entre las mujeres y los hombres es un asunto de derechos humanos pero también es mucho más que eso. La igualdad entre los géneros es la condición para lograr la justicia social y el progreso económico, es un requisito previo necesario y fundamental para la democracia, la paz y el desarrollo para todos.

Una vez dicho esto, sabemos también que para lograr esa igualdad tenemos que tener la fuerza como la que nos demostró tener Eleanor Roosevelt y los defensores de los derechos humanos, como ustedes, en todo el mundo. Un compromiso sostenido y a largo plazo será esencial, de modo que las mujeres y los hombres puedan trabajar juntos por ellos mismos, por sus hijos y por la sociedad para sobreponerse a los desafíos de este siglo y del futuro.

Del mismo modo que todos ustedes hacen avanzar los derechos de las mujeres, todos nosotros — niños y niñas, mujeres y hombres — debemos trabajar juntos para que las mujeres tengan un acceso equitativo a todas las oportunidades educativas, económicas, sociales, culturales y políticas. ONU Mujeres les rinde homenaje por su compromiso con los derechos de las mujeres.

El incluir a las mujeres del mundo sobre una base de igualdad es el único modo de hacer frente a los profundos y complejos desafíos a los que se enfrenta nuestro planeta hoy y a los que seguirá enfrentándose en el transcurso del siglo. Permítaseme terminar con las palabras que dijo Eleanor Roosevelt hace ya mucho tiempo:

“La libertad exige mucho de todo ser humano. Con la libertad llega la responsabilidad. Se gana en fuerza, valor y confianza con cada experiencia en la que nos detenemos a mirar el miedo a la cara. Entonces podemos decir ‘he sobrevivido a este horror, y puedo hacer frente a lo próximo que me toque vivir.

Miremos al futuro con fuerza, valor y confianza, Miremos al miedo cara a cara en el proceso de defender los derechos humanos y la dignidad para todos.

Muchas gracias.