Aty Cuña: Asambleas de mujeres indígenas abordan casos de violencia y violaciones

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Priscila Maciel Duarte Lopes
Priscila Maciel Duarte Lopes participó en el segundo Aty Guasu Cuña – Dourados, Brasil, enero de 2013. Foto: ONU Mujeres/ IBISS-CO/Juliana Borges

“Aquí hay mucha violencia y antes no teníamos autonomía para defendernos”, explica Priscila Maciel Duarte Lopes, una lideresa indígena Guaraní-Kaiowá brasileña de 51 años. “Ahora sabemos que lo más importante es ayudarnos unas a las otras, porque no tenemos ayuda de afuera. Y si estamos juntas, conseguimos pedir al Gobierno que venga a hacer algo por las tribus”, afirma.

A día de hoy, Brasil cuenta con una población de cerca de 896 mil indígenas, en 238 etnias, que hablan más de 180 idiomas [i]. En Paraguay, este número llega a 108 mil, en 20 pueblos con 5 idiomas distintos [ii]. En la frontera entre los dos países, la población se estima en 15 mil indígenas, agrupados en dos etnias principales: Guaraní-Kaiowá y Ayoreo. Hace tres años, ONU Mujeres inició, juntamente con las ONGs paraguayas BASE-IS y Sobrevivencia y la brasileña IBISS-CO, el Proyecto Cuña, que significa “mujer” en el idioma Guaraní.

El proyecto empezó con un programa para mujeres jóvenes indígenas, a fin de promover su protagonismo para enfrentar las violaciones de derechos en sus comunidades – con especial atención al tráfico de mujeres – agravado por los flujos migratorios y por grandes proyectos de desarrollo, en particular el agronegocio.

Las mujeres recibieron capacitaciones en derechos humanos, género y cultura local, así como sobre cómo prevenir el tráfico de personas y en cómo hacer frente a la expansión del agronegocio en tierras indígenas. Los talleres tenían como objetivo adicional capacitar a las mujeres para colectar datos sobre las violaciones de derechos en sus comunidades, reforzando la formación de lideresas. Todo el proceso fue traducido a las dos principales lenguas indígenas, guaraní y ayoreo, asegurando la diseminación y comprensión de la información al interior de las comunidades.

“Lo que más me impresionó en el proyecto fue la reacción de estas mujeres. Muchas de las violaciones por las que ellas pasaban eran consideradas normales en las comunidades y al descubrir esta realidad, ellas se asustaban bastante”, cuenta Nilda Pereira, coordinadora del proyecto Cuña.

Poco a poco, las mujeres fueron comprendiendo e identificando las violaciones de derechos. Previo a las capacitaciones, ellas no identificaban casos de trata de personas y tráfico de órganos que estaban ocurriendo en sus comunidades; pero, al finalizar los talleres, se mostraron empoderadas para actuar evitando que estos casos continuasen ocurriendo. Ellas comenzaron no solamente a reconocer e identificar las violaciones, pero también a denunciarlas e intervenir en conflictos locales.

La investigación de las mujeres indígenas registró un total de 140 casos de violaciones de derechos en las comunidades durante dos años. Los casos levantados incluyeron: 50 de violencia doméstica contra las mujeres; 39 de violencia contra niñas, niños o adolescentes; 14 de abuso sexual a niñas, niños o adolescentes; 8 de tráfico de personas, entre otros.

Aty Guasu Cuña: La gran reunión de mujeres indígenas

Una de las tradiciones de estos pueblos indígenas es la realización periódica de los Aty Guasu, que quiere decir “reunión grande” en Guaraní. Los Aty Guasu son encuentros donde los líderes indígenas, en su mayoría hombres, debaten sobre los problemas comunes de sus tribus, buscan soluciones para conflictos e intercambian experiencias.

Según Juliana Borges, de IBISS-CO, para crear una instancia alternativa para las mujeres tradicionalmente minoritarias en estas reuniones, entre los días 25 y 29 de abril de 2012 tuvo lugar, en la aldea Bororó, en Dourados, Brasil, el primer Aty Guasu Cuña de la región; es decir, la primera Gran Asamblea de Mujeres Indígenas. Más de 500 mujeres participaron.

“Llovía fuerte, pero aun así, había muchas mujeres reunidas… aunque algunas tribus se resistieron a participar. Las indígenas hablaron bastante sobre la autonomía de las mujeres en las aldeas y también sobre sexismo: muchas tuvieron problemas porque sus maridos o las aldeas no querían que participasen en el Aty Guasu Cuña. Fue un encuentro muy productivo porque las ideas se compartían intensamente y era notable la satisfacción que aquellas mujeres tenían en participar de la reunión”, cuenta Marilza Drum, ex funcionaria de IBISS que acompañó el primer Aty Guasu Cuña.

En el encuentro, las mujeres indígenas se manifestaron políticamente e hicieron una serie de llamados al poder público, como seguridad para las mujeres en las aldeas, la demarcación de tierras, la garantía de participación de mujeres del consejo delAty Guasu Cuña en la preparación e implementación de programas y acciones gubernamentales para los indígenas, el reconocimiento y el fortalecimiento de sus tradiciones y culturas, programas de salud para mujeres indígenas y seguridad alimentar.

Desde entonces, han realizado algunas reuniones de mujeres pequeñas.

“Las comunidades indígenas son desproveídas de medios para viajes, condiciones de hospedaje y transporte. El apoyo de ONU Mujeres fue fundamental para ayudar a viabilizar una segunda reunión consolidada y organizada, posibilitando el encuentro de mujeres indígenas que dividieron sus conocimientos y aprendizajes y acabaron desarrollando nuevas formas de enfrentar la violencia con una perspectiva de género”, afirma Rebecca Tavares, representante de ONU Mujeres en Brasil.

Dourados, Brazil, January 2013
Participaron más de 150 mujeres en el segundo Aty Guasu Cuña – Dourados, Brasil, enero de 2013. Foto: ONU Mujeres/ IBISS-CO/Juliana Borges

El segundo Aty Guasu Cuña fue realizado en enero de 2013, también en Dourados, Brasil. Y ya hay un tercer encuentro programado para el día 6 de marzo en la región de Sombrerito, en Paraguay.

Los dos Aty Guasu Cuña empoderaron a las mujeres indígenas para reconocer y prevenir las violaciones de derechos en sus comunidades. Como resultado de las dos asambleas, se produjo un folleto informativo sobre prevención al tráfico de personas, en español y guaraní.

“Antes del proyecto yo acompañaba los problemas que teníamos”, relata Priscila. “Después, conocí a otras indígenas, aprendí, estuve en la ciudad grande y en conferencias con mucha gente. Fui conociendo más y más. Hoy soy un lideresa y puedo ayudar a mi gente. Queremos hacer más Aty Cuña. Juntas, las mujeres indígenas son fuertes”, afirma.